Life is a rollercoaster of feelings.

A mi corta edad he dicho "adiós" muchas veces y cada vez duele más que la anterior. Creo que nunca me voy a poder acostumbrar a esa palabra. Que a pesar de ser dolorosa es el inicio de una lección, a veces muy difícil de digerir, a veces no tan complicada, pero sin duda alguna te va hacer aprender algo nuevo, algo que no has experimentado anteriormente.

Con los adiós que he dicho he aprendido 3 cosas, todas de suma importancia.

La primera, aprendí que la vida se trata de amar sin medida.

Necesitamos aprender a vivir el día a día, un paso a la vez. Nos hemos convertido en personas frías, dejamos nuestros sentimientos guardados en nuestra casa antes de salir porque odiamos la idea de ser vulnerables ante las demás personas. Nos ponemos un escudo de piedra para tratar de alejar de nuestras vidas los sentimientos que otras personas puedan traernos. Dejemos de lados nuestro miedo a sentir, nuestro miedo a amar sin medida… Amemos mucho, con locura, sin límites y sin importar que nos puedan romper el corazón.

La segunda, aprendí que la vida se trata de ser feliz.

Está bien sentirse triste, todos tenemos esos días donde no queremos más que llorar, pero no podemos dejar que el sentimiento de tristeza se adueñe de nuestra vida. El ser feliz depende de cada uno, no debería depender de nadie. Siempre lo he dicho y le soy fiel a este pensamiento “Para ser feliz se necesita poco”. No necesitas el carro último modelo, no necesitas la casa más lujosa, no necesitas el celular más moderno, ni la ropa de las tiendas más caras. Muchas veces la felicidad está en que estás vivo, en que podes disfrutar… disfrutar de tus sentidos, disfrutar de un café, de pasar tiempo con tus amigos, de un atardecer, de poder darle un abrazo a la persona que te vuelve loca, del disco de tu banda favorita.

La felicidad está en las cosas pequeñas, en las cosas que normalmente no apreciamos.

La tercera, aprendí que la vida se trata de dejar ir.

Por favor, nunca te aferres a nada, ni a nadie. Todas las personas tienen un tiempo límite con nosotros y ese tiempo eventualmente termina acabándose, así que aprende a dejar ir. Llora si eso te hace sentir bien, pero levanta la mirada, todo el sufrimiento se va a terminar “no hay mal que dure cien años”. No te aferres a una idea o al pasado. Vive el presente, deja que el destino se encargue de tu camino. Si algo tiene que estar en tu vida, estará y si no, es porque no debe de estar. Es el rol natural de la vida. Así que deja de preocuparte tanto, deja todo de lado, respira y NO TENGAS MIEDO A SER LIBRE.

La vida puede ser difícil a veces, pero sin duda alguna es hermosa.

Mi consejo del día es: Digámosle adiós a nuestros miedos, es hora de aprender a vivir nuestra vida, a nuestra manera.

Fotografía: Roberto López | @lightsaint